Tras varios años buscando, me di
por vencido. Pensé que el amor no me llegaría nunca, hasta que el verano del
dos mil, el destino te puso frente a mí.
Solo bastó una mirada para saber que
te quería a mi lado todos los días. Tomé un primer plano de tu sonrisa, que se
abrió paso en mi cabeza, alejando toda preocupación que pudiese tener.
Pese haber una temperatura de 30
grados yo estaba congelado y con un pulso bastante acelerado. No recuerdo muy
bien las palabras que te dije, pero fueron acertadas porque me diste una
segunda oportunidad.
Apenas quince días verano por
delante, que escondían magia y amor. No quería que acabase nunca, Cada hora a
tu lado, era un regalo del señor.
Fin de las vacaciones, fin de las
noches tumbados mirando las estrellas, donde me embobaba al escuchar tus
explicaciones sobre las constelaciones.
Llegada de otoño. Donde el viento
desnuda a los árboles y posa bajo tus pies, una alfombra de hojas secas. Yo
siempre solía decir que la naturaleza no era tonta, que las dejaban por ti,
porque eras la princesa mas bella que habían visto.
Época de descanso, de largos
paseos cogidos de la mano, de admirar la decadencia de la naturaleza y de
tardes eternas acurrucados en el sofá.
Invierno gélido, de fuertes
vientos y que da la bienvenida a la navidad. La primera navidad que pasábamos juntos.
Una época que siempre he sentido indiferencia por ella. Pero tu presencia me
devolvió la alegría y eso que llaman “espíritu navideño”. Jugando con la nieve,
bromeando tirándonos bolas y haciendo “ángeles” en el suelo. Como loco buscando
un regalo que no me conformaba con uno que te gustase, quería que te
encantase. Gracias a Dios di en el clavo, porque aún sigues luciéndolo pasados
todos estos años.
Llegada de la primavera, donde
dicen que la sangre altera. Maravillosos paisajes de flores y dulces armonías
de cantos de pájaros. Cada día que iba a verte, me las ingeniaba para coger del
jardín de tu vecino una rosa. Cuando supo que era yo quién se las robaba, cada
vez que me miraba, sentía que en su mente me estrangulaba con la manguera, si
las miradas matasen…
Ahora es cuando verdaderamente entiendo, que el amor no se busca. Llega por si solo y de forma inesperada.
Tantos días con tu presencia, para
mi han sido un premio. Te doy las gracias por hacer que tenga ganas de vivir. Vivir a tu lado.